PUERTA DE ALCALÁ



Uno de los símbolos de Madrid, una de sus postales más frecuentes, una de sus más recurrentes señas de identidad. La actual Puerta de Alcalá, en la plaza de la Independencia, se levantó como arco de triunfo para conmemorar la llegada de Carlos III a la capital. Venía a sustituir a una puerta anterior, ya que ésta era la entrada a la ciudad desde el camino de Aragón. Dicha entrada se abría sobre el trazado de la última cerca que tuvo Madrid, que había sido construida por orden de Felipe IV con fines fiscales y de control urbanístico en 1625, y no se demolió hasta 1860. Dispuesto a conseguir un efecto que ennobleciera el entorno, el propio Carlos III fue quien eligió el diseño de Francisco Sabatini frente a los presentados también por Hermosilla y Ventura Rodríguez.



La puerta se construyó entre 1769 y 1778 y tiene cinco vanos: tres arcos de medio punto en el centro y dos laterales adintelados y de menor altura que sirvieron en su día para paso de peatones. En el frontispicio, sobre el arco central y por ambos lados, figura la inscripción REGE CAROLO III. ANNO MDCCLXXVIII. El monumento, de 19,5 metros de altura, es de granito y un ejemplo de proporción, armonía y elegancia.


 
En el centro de la fachada que originariamente dio al exterior de Madrid, hay un grupo escultórico de la Fama y un niño con el escudo real que es obra de Francisco Gutiérrez, autor también de las dos parejas de niños que se ubican a cada lado. Los demás elementos ornamentales, como los trofeos de la coronación de la fachada interior, capiteles, relieves florales, máscaras y cabezas de león se deben a Roberto Michel.


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